miércoles, septiembre 08, 2004

RELACIONES (2)

Sus hijos la observaban de reojo mientras caminaban.
Tenía esa mirada que conocían tan bien y se preguntaban si con su avanzada edad su corazón aguantaría.
Movía sus labios levemente mientras andaba con paso decidido.

“Esto no te lo voy a perdonar. Me parece una traición en toda regla... ¿Cómo has podido?...
Levamos, ¿cuántos... cuántos años juntos? Y ahora decides que se acabó...
Tengo quince años más que tú, pero eso no pareció importarte cuando éramos más jóvenes, cuando disfrutábamos bajo las sábanas que se pegaban a nosotros y nos estrechaban...
Luego... con el tiempo... nos fuimos mirando de otra manera, pero mi mirada siempre fue expectante.
Yo creía que creábamos, pero no, veo que tú no.
Tú no has sido capaz de cumplir el pacto no dicho y eso no... dejarme así... con lo que te he querido...
Te has ido sin palmadas en la espalda y creo que dos o tres me merecía.
Y si no, una disculpa, por el amor de dios. Pero tú, cerdo egoísta, ni siquiera piensas en mí y en mi dolor.
No te has quedado en una silla de ruedas para que yo te cuidase. Tuviste que clavarte todos los hierros del coche, por joderme, seguro.
Ahora, te odio.
Mi rencor me desborda y como ves, me hace más fuerte. Esto es lo que permitirá vivir y no acompañarte...”

Mientras tiraba unas flores a la tumba, sus hijos la sujetaron. Su cuerpo temblaba y las rodillas se le doblaron, pero ni una lágrima asomó a su rostro.
-Vámonos- dijo- Lucas y yo hemos terminado.