miércoles, noviembre 24, 2004

MEZQUINDAZ (con Z)

(Para Chan, con cariño)
Cuando era adolescente me enamoré con la imprecisión que tienen esos amores, tentando a la suerte, probando caminos.
Pero cuando lo hice siendo ya una mujer, cosa que me resultaba difícil, amé muy intensamente.
Me resistí a creer lo que siempre defendí, que el amor no era eterno, y el tiempo me dio desafortunadamente la razón.
Él tenía 22 años más que yo, más poder, más experiencia, más autoridad, más conocimiento, más y más.
Sólo había algo que yo tenía más que él, juventud.
Nuestra experiencia vital compartida fue nefasta, tanto que casi acaba con mi vitalidad. Una relación que desembocaba en una calle oscura y sin salida.
De aquellos tiempos no me queda practicamente nada, porque el tiempo es el mejor aliado del olvido.
Esta canción me recuerda a una noche que compartimos ese hombre y yo, acabado ya el amor. Una noche triste en la que dejé de creer en los tiempos felices para sumergirme en los tiempos autodestructivos de vino y rosas.
Salí de la amargura y el vacío del desamor no sé cómo ni cuándo.
Tengo la costumbre de llevar, a ser posible en forma de amuleto, cosas que me recuerdan errores graves que he cometido, como para ahuyentar la probabilidad de que vuelvan a ocurrirme.
En este caso, no me hace falta, porque la cicatriz de la herida más grande, la llevo dentro.

Tus besos saben tan amargos
cuando te ensucias tus labios
con mentiras otra vez.
Dices que te estoy haciendo daño,

que con el paso de los años
me estoy haciendo mas cruel.
Y es que yo nunca creí que te vería
remendando mis heridas
con jirones de tu piel.
De tí aprendió mi corazon.

De tí aprendió mi corazon,
y ahora no me reproches
que no sepa darte amor.
Me has enseñado tú,

tú has sido mi maestro
para hacer sufrir,
si alguna vez fui mala,
lo aprendí de tí,
no digas que no entiendes
como puedo ser así,
si te estoy haciendo daño
lo aprendí de ti.
Me has enseñado tú,

maldigo mi inocencia
y te maldigo a tí,
maldita sea el maestro
y maldita la aprendiz
maldigo lo que amo
y te lo debo,
te lo debo a tí.
Y ahora me duelen tus caricias

porque noto que tus manos
son cristales rotos
bajo mis pies.
Dices que te estoy haciendo daño

que con el paso de los años
me estoy haciendo mas cruel.
Pero es que nunca creí que te vería
remendando mis heridas
con jirones de tu piel.
De ti aprendió mi corazón

de ti aprendió mi corazón,
y ahora no me reproches
que no sepa darte amor.

A.S.