martes, octubre 19, 2004

INTROVERSIÓN

Mucha de la gente que me conoce dice que soy una persona extrovertida.
Pero no es cierto.
Todos los días pienso en 4 o 5 cosas que me gustaría contar sobre mí, sobre lo que siento o pienso. Pero me cuesta horrores.
Sé que me vendría bien contarlo o escribirlo, pero me es muy difícil. Se me hace una bola tremenda que tardo mucho en desenmarañar.
A veces, haciendo un esfuerzo cuento algo, a veces muy íntimo y de este modo parece que me he vacunado por un tiempo contra esa sensación de que vivo en un mundo paralelo, no el de Chan, otro.
No es porque me dé corte, ni quiera guardar las cosas para mí misma, es que me he acostumbrado a vivir en un submundo en el que las cosas me rodean, pero nunca llegan a tocarme.
Me asusto cuando me doy cuenta de qué difícil me resulta comunicarme. Me refiero a la comunicación esa de corazón a corazón.
Pensé que quizá esta especie de diarío podría evitar esa sensación de que casi siempre estoy sola, pero resulta que me cuesta escribir.
No sé si sabéis que muchos psiquiatras recomiendan los blogs o similares como terapias.
Mi soledad es elegida, no impuesta. Es una soledad siempre en compañía, porque nunca estoy físicamente sola. Es deseada, pero me produce tristeza.
Es una dualidad, porque hay días que la quiero y otros que la odio.
Por eso, quizá escriba sobre historias o quizá no escriba nada.
Me gusta, no obstante, leeros, y sobre todo me gusta imaginaros, sentados, como yo ahora mismo, ante el teclado y solos.